miércoles, 4 de enero de 2012

Episodio 1, parte 1

El invierno era más crudo aun por aquella zona. Se notaba en el ambiente. Los arboles se movían al compas del helador viento, y en las casas que se veían en la lejanía, se observaban humaredas que salían de las chimeneas.
La temperatura de aquel tren no debía ser muy distinta a la del exterior. No contaba con calefacción en los vagones de los asientos de la clase turista, pero era la forma más económica de llegar a mi destino. Mi padre no estaba de acuerdo en que realizase ese viaje, y tuve que buscarme la vida. Ahora mismo estoy en este tren, con dirección hacia un lugar donde mis recuerdos renacerán. El traqueteo del tren era un sonido incomodo, y evitaba que me conseguiría dormir, lo que me hacía pensar más aun. Realmente no sé porque tome esa decisión, pero algo de mi me decía que estaba haciendo lo correcto. Sé que tengo que hacerlo, eran demasiados años evitándolo, cuatro años. Ya no soy aquel niño de 13 años que se derrumbo cuando supo la noticia.
Ya estoy fuerte.                 
Lo había superado. Tras años de mudanzas, psicólogos y pesadillas, lo había superado.
Hoy estoy preparado, al fin, para visitar la tumba de mi madre.

Por suerte, no estoy solo en esto. Recolocándose la bufanda esta ahora mismo. Apoya la cabeza en mi hombro, intentando dormir. No le aparto, no me molesta. El está aquí por mí. Pasando frio en un tren de mala muerte, por mi. Agarra una de mis manos con fuerza, dándome calor. Pero no lo hace para eso. Lo hace para recordarme que está conmigo, y que tengo todo su apoyo.
Se lo agradezco. No puedo hacerlo con palabras porque no salen, pero él sabe que lo hago. No es de esas personas que hacen las cosas esperando algo a cambio. El es así. No dudo ni un momento en comprar un billete de tren cuando le conté la idea. Ni siquiera me dejo pagárselo. El solo quería acompañarme, no dejarme solo.
Ni siquiera pude hablarle en todo el viaje, aunque supongo que eso se lo esperaría. Siempre me pongo muy tenso en fechas que guarden alguna relación con la muerte de mi madre, como su cumpleaños, su aniversario de boda, o el día de su muerte. No salgo de casa esos días. Me encierro en mi cuarto y nadie entra a decirme nada. Hay días que ni salgo de la cama. No como esos días. No pudo evitar sentirme mal. Ni siquiera celebraba mi cumpleaños desde que ella se fue. Me hacían regalos, pero no había tarta, no soplaba velas ni invitaba a mis amigos. Ni siquiera me cantaban. Salvo el año pasado, que me hicieron una fiesta sorpresa. Me aterro la idea en el momento, pero después no fue tan mala celebración. Recordé a mi madre mucho, demasiado. Pero también reí. Ahí es cuando me di cuenta que debía visitar la tumba de mi madre. En menos de un año iba a cumplir los 18 años, y sabia que tendría que visitarla antes de esa fecha. Aquella fiesta fue idea suya, de esa persona que ahora mismo me sujetaba  las manos con fuerza. No puedo verle la cara, la bufanda y el gorro le tapaban gran parte de ella, pero estoy seguro de que esta sonriendo. Siempre lo hace, sobre todo cuando ayuda a los demás. Y ahora mismo lo está haciendo conmigo.
Si tuviera que hacer una lista con todas las cosas que ha hecho por mí en tan poco tiempo; y devolverle los favores, no tendría tiempo suficiente en esta vida. Pero sé que no le importa que no lo haga, el es feliz solamente ayudándome.

Sinceramente, cada día que pasa estoy más orgulloso de tener un amigo como Adrian.



4 comentarios:

  1. Na mola jaja sigue haciendo esto!
    PD: Vaques...

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  2. Gracias Anonimo ;)
    Seguire haciendolo, hoy por la noche otro trozito :)

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  3. me encanta , sigue asi :)

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  4. ese jonaaaaaaaaan! como molaaaaaa! :D

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